sábado, 11 de diciembre de 2010

2. Moretones y lágrimas

2. Moretones y Lágrimas


El verano estaba cada vez mas cerca. Algo que ponía a todos de buen humor.
Además de que la ultima semana de clases estaba por comenzar y eso significaba Alianzas. Parecía que todos los alumnos estuviesen coordinados para dar lo mejor de si y ganar por supuesto. Obligatoriamente cada alumno debía participar en alguna actividad de cualquier tipo. Cata agradecía a Dios que no le tocaron deportes, por que si la ponían en algo así, su alianza perdería inminentemente.

Pero el rosa pálido de sus mejillas, que era un rasgo característico de ella, se transformó en un rojo intenso al enterarse que haría cuerpos pintados.
Casi se desmaya de vergüenza ante su clase de solo pensar en ir de un lado para el otro con pintura en todo el cuerpo. Lo más que podría usar seria un diminuto bikini y eso la alteraba más. Pero no le quedaba de otra que lamentarse y aceptarlo.

Cata se encontraba en clases de arte, sin inspiración alguna. Estaba sumida en la desesperación del solo hecho de tener que Mostar su cuerpo enfrente de todo el colegio.

En un intento de sacar ese pensamiento de su cabeza, empezó a mirar sus pinturas. Y de entre todas esas hermosas obras de arte, se centro en una en específico. Un lago de noche con una persona como reflejo. Los ojos de esa persona eran celestes, un azul tan claro que parecían reflejar tu alma.

Recordó a ese chico, el causante de tal inspiración, de esa obra. Miro a su alrededor en busca de ojiazul. Pero nadie con tal mirada estaba en el salón. Se desilusionó al pensar que este se pudo haber cambiado de clase.
Y ahora otros pensamientos tristes acaparaban su mente.

Y lo peor de todo… todavía seguía carente de inspiración.

-¡No puedo creer que no me lo hallas contado!

Una inconfundible voz chillona le hablo por detrás. Esta parecía emocionada como de costumbre. La pelirroja agarro una silla desocupada y se sentó al lado de Catalina.

-¿Qué rayos haces aquí Vale?- la sorpresa inundo el rostro de la ojiverde. Su amiga no estaba en artes, para ser honestos, no sabía dibujar ni una casita.

-Vine a dejar unos lápices que el profesor de Litera… ¡No me cambies el tema!

-¿Qué tema?- Valentina era definitivamente muy complicada.

-¡Vas a hacer cuerpos pintados!- jubilo puro era lo que emanaba Vale con su sonrisa. Para ella parecía la mejor idea del mundo. Para Cata, por el contrario, era como su peor pesadilla. -¡Por fin mostraras ese cuerpazo que tienes!- le guiño el ojo. Cata podía sentir como sus mejillas se ponían calientes. Se imaginaba el color que tendrían estas.

-¿C-Cuerpazo?- fue lo único que salio de los rosados labios de la ojiverde. ¿Qué se le salio otro tornillo? Era una completa locura. Conociéndose, se desmayaría en la mitad del evento.

-No me digas que nunca te has dado cuenta…- la pelirroja contuvo una risita.- Puedes ser callada, amiga mía, pero desapercibida no pasas.- No pudo contener mas la risa, la cara de Cata era memorable.- Y menos para los hombres…- continuo Vale mientras levantaba ambas cejas al mismo tiempo.

A los pensares de Cata llegaron esos ojos azules, ese cabellos rubio. Ignacio parecía que su nombre había quedado grabado en su cabeza.

-¡Señorita Reyes!- dijo la Profesora de artes para llamar su atención.- Que yo sepa, nunca la he tenido como alumna.

-Huy, pero le gustaría Señorita, se lo aseguro.- respondió alegre Vale mientras se disponía a salir de la sala. Siempre irradiando alegría. Pensó Cata.

-¡Avíseme cuando aprenda a dibujar algo mas que un sol y tal vez la considere para las clases de preescolar! – algunas risitas se escucharon en el salón. No era chistoso, pero ambas eran tan parecidas que nadie podría pensar que se llevaran mal.


Cuando la sala volvió a quedar en completo silencio intento concentrarse. Pero se sintió estúpida al darse cuenta que ese chico era lo único que ocupaba su mente. Ni lo conozco. No puedo estar pensando en el… ¿Y si no lo vuelvo a ver? Sacudió su cabeza con fuerza y tomo un lápiz. Con inspiración o sin ella debía dibujar, por lo menos sus notas dependían de ello.



Tonta, tonta, tonta…

Eran las únicas palabras que cruzaban por la mente de Caro a esas alturas.
La presión se la estaba comiendo viva. Estaba en química y se encontraba haciendo los ejercicios de matemáticas que no había logrado terminar el día anterior a causa de la migraña.

Es el ultimo día… falta poco… no te agobies.

Apretaba con tanta fuerza el lápiz, que sentía que este se iba a partir a la mitad.

¿Por que? ¡Nunca fue tan difícil!

Tales cálculos la estaban sacando de quicio. Pero también en su cabeza habían tantas cosas, tantas preocupaciones, que no había cabida en ella para un solo número más. Guardo el cuaderno y miro a la profesora. Esta seguía hablando como si todos la escuchan atentamente. Cosa que no era así, pues cada uno estaba haciendo algo ajeno a la clase.

Miro a través de la ventana. Necesitaba salir, pensar. Tenia que organizar su cabeza. Pero no pudo evitar recordar algo que la preocupaba de sobremanera. A su mente vinieron las imágenes de Vale el sábado pasado, hace unos días atrás.

“Nadie contestaba en la casa de Valentina. Ya era la quinta vez que la llamaba en el día y eso estaba empezando a preocupar a Caro…
De nuevo buzón de voz.
Algo no estaba bien.

-¡Papa, voy a salir!- grito mientras corría escaleras abajo, enfundándose su chaqueta blanca.

-Pe-pero…- su padre logro parase del sofá. Este se veía pésimo. Estaba muy enfermo.- ¿A d-donde vas?- dijo con dificultad, su voz era apenas un susurro.

Caro se acerco a su padre y lo abrazo suavemente. Sentía que ya no pasaba tiempo con el y tal vez por lo mismo acepto mudarse. Era por su bien, quería apoyarlo en su difícil momento… después de aquel accidente…

Respiro profundamente para contenerse. No eran cosas que quisiera recordar.

-Voy donde Valentina, papá.- Le sonrió a su padre. Pero ella sabia que no serviría de nada, pues el no podía verla.-Mamá esta en la cocina lavando algunos platos y cuando termine viene. No te preocupes.- Le rompía el corazón ver como los ojos de su padre habían perdido aquel brillo. Pues aquellos ojos que alguna vez fueron cafés, ahora no podían ver.

-Muy bien mi niña.- dijo este mientras buscaba con la mano la cara de su hija mayor. Esta se movió para que la mano de su padre acariciara su mejilla.- Anda y cuídate… ¿Si?

Caro se limito a asentir mientras su padre seguía acariciando su rostro. Luego le beso la frente y salio de la casa. Miro el reloj de su celular. Eran las cinco de la tarde, podría llegar a tiempo.



El barrio de Valentina era lujoso. No podía creer que gente tan mala como los padres de esta vivieran en un lugar como ese. Casas blancas y jardines decorados con muchas cantidades de rosas y todo tipo de flores. Admiraba cada casa por la que pasaba, hasta que llego a la correcta.

Al ver la puerta semiabierta tuvo un mal presentimiento. Por más que tocaba el timbre, nadie abría.

La preocupación la lleno por dentro y sin pensarlo dos veces salto la reja.
Sus pies se enredaron con las puntas de la reja, logrando que esta cayera de espalda al suelo. “¡Esto me dolerá después!” pensó con rabia “¡Para que veas lo que hago por ti Valentina!”

Entro corriendo a la casa, pero al pasar por la puerta se detuvo y observo el estado de la morada. Sus ojos se abrieron como platas al sentir el olor a cigarro. El aire era simplemente irrespirable. No había daños ni parecía faltar nada, por lo que descarto la idea de que hubieran asaltado la casa de su amiga.

Lentamente paso de cuarto en cuarto en busca de señales de vida.
No veía nada malo pero algo no le gustaba de todo esto.

Desistió de buscar y se dirigió directo a la habitación que era de su amiga.
Cuando entro su alma se congelo. Valetina estaba tirada en el piso, boca abajo. Se acerco a ella corriendo y la dio vuelta con delicadeza.

-Pero Vale…- susurro con impotencia.

Se notaba que su amiga había estado llorando y que no solo se había quedado dormida. Esta lucia moretones en la cara y brazos, cosa que sobresalto a Caro. No descartó la posibilidad de que se hubiera desmayado, pues ella no comía bien.

Dejo a su a miga a un lado. Si ella estaba así… ¿Cómo estaría su madre?
Caro no conocía toda la historia acerca de Vale, nunca se la contó, tal vez por que no se dio el minuto o nunca sintió la necesidad, por que siempre la apoyo de igual manera. Pero sabia que Vale vivía con su madre, y que tenían problemas con el papá.


Se levanto y siguió buscando de pieza en pieza… hasta que escucho una voz. Era un susurro… un susurro desgarrador. Se podía notar con facilidad el dolor que esta mostraba. Siguió el sonido que provenía de una habitación al fondo del pasillo del primer piso. Ahí encontró lo que mas temía… a la mamá de su amiga. Esta estaba apoyada en la cama.

-¡Tía! – dijo casi en un susurro acercándose a esta. La movió un poco por los hombros, provocando que esta soltara un quejido de dolor. Al mover el rostro, Caro se pudo percatar de las heridas que esta tenia. El labio le sangraba, al igual que un tajo que era visible sobre la ceja derecha. Esto era acompañado de un marcado moretón en el ojo derecho, muy parecido a los que se veían en sus piernas y brazos. “Definitivamente él tiene algo que ver en esto”. Se dijo, intentado que su cerebro reaccionara a la situación. Trato de moverse, pero no sabia que hacer exactamente.

Metió su mano al bolsillo de la chaqueta blanca y marco el número de la policía. Miro con desconcierto la cara de la mujer que yacía casi inconciente. Esta se limito a sonreír hasta que su herida no se lo permitió. Caro tomo esto como una señal de que lo que estaba haciendo era lo correcto.

Cuando contestaron dio la información y pidió que mandaran a una ambulancia con urgencia. Se sintió más segura cuando la persona al otro lado del teléfono le dijo que estarían ahí en dos minutos.

Pero la calma se le escapo del alma al ver la cara de espanto que ponía la madre de su amiga. Pero Caro no entendía el porque de su reacción, hasta que sintió un devastador golpe en la mejilla, el cual fue tan fuerte la tiro contra la pared.

Caro no se movió, solo se sostuvo de la pared. Y miro fijamente a ese hombre, esa bestia que había osado pegarle. La rabia la lleno de pies a cabeza. Él era el padre de su amiga, el mounstro que había dejado a esa dos mujeres mal heridas y quien sabe en que circunstancia había entrado a esa casa.

Desde el lugar donde ella se encontraba, pudo sentir el olor a cigarro y alcohol que emana de aquel sujeto. Definitivamente el hombre no debía estar dentro de sus casillas en ese momento. Pero eso no le importo a Caro, no había perdón alguno para lo que el había echo.

Caro sintió como el hombre se acercaba lentamente, como si le costara caminar. Ella se movió igual de lento y se agarro disimuladamente de la silla que tenia al lado. Cuando ella vio que el levantaba la mano para pegarle nuevamente, con todas su fuerzas le pego en el lado derecho de la cabeza con la silla de madera. Este solo grito mientras se tiraba al piso del dolor. Estaba sangrando…

Pero eso a Caro no le importaba. Ella siempre fue fuerte y estaba orgullosa de ello, de poder darle su justo merecido a ese maldito.

Estaba a punto de pegarle una patada cuando escucho que los policías entraban a la casa. Aliviada se acerco a la madre de su amiga.

-Todo va a estar bien- le susurro, recibiendo como respuesta una sonrisa… una que jamás olvidaría. La mas sincera de todas…”

Suspiro con pesar, mientras bajaba la mirada a la hoja de papel llena de borrones. No podía parar de preguntarse que hubiese pasado si no hubiera ido… Vale había faltado toda la semana, tal vez cuidando de su madre que estaba en hospital con heridas graves. Gracias a Dios las heridas de Vale eran superficiales.


El sonido de la campana la saco de sus pensares. Dándose cuenta de que el horario escolar había terminado.



-¿Segura tenemos que esperarla aquí?- la pelirroja parecía impaciente. Cata ya estaba enterada del asunto de la semana pasada. Por eso no necesita preguntarle el por que de esas marcas, ahora verdosas, en sus brazos, piernas y cara- ¡Pero que niña!- dijo algo enojada la pelirroja, pero aunque intentase verse enojada o afectada, siempre desprendía un jubilo envidiable.

Cata solo podía reír con los pucheros que hacia su amiga. Desde el segundo piso del colegia se podía ver todo el Patio, que para ese momento, estaba vació. Ya nadie se quedaba a estudiar, pues quedaba solo una semana de clases y todo era alianzas.

Vale pego un grito que sobresalto a Cata, la cual no pudo evitar reír por lo que había causado que su amiga gritara.
La escena que se podía apreciar era… tierna, pero rara. Cosas como esa no pasan a diario. Por lo que solo se limito a sonreír a sus dos amigas, quienes ahora reían juntas.

Caro al ver a sus dos amigas juntas corrió lo más rápido que pudo hasta donde ellas se encontraban. Abrazo con todas sus fuerzas a Vale por detrás, la cual grito de la sorpresa.

-¡Tonta me tenias preocupada!- dijo Caro entre lagrimas. No estaba triste, estaba feliz de ver a su amiga sana y salva. No quería que lo ocurrido volviera a pasar, solo quería a sus amigas a su lado. Pues sabia que sin ellas… estaría perdida.

-¡Tonta! ¡Tonta! ¡Tonta!- repetía una y otra vez la morena a la pelirroja, la cual seguía boquiabierta por lo que acababa de ocurrir.

-Será mejor irnos- dijo Cata mientras se deba media vuelta para comenzar el camino hasta su casa. La ojiverde parecía sumida en sus pensamientos, ya que no se percataba de la conversación que sostenían sus dos mejores amigas. Quienes iban unos cuantos pasos detrás de ella. Pero no pensaba en nada… y ese era el problema, se sentía vacía, como si algo estuviese faltando. Y agregando un dolor de cabeza terrible.

Solo seguía su camino, el cual se vio interferido cuando choco contra algo, haciendo que perdiera el equilibrio. Todo ocurrió muy rápido para ella, que no podía asimilarlo, pero unos brazos detuvieron su caída a mitad de camino.

No pudo agradecer a su salvador, ya que se había perdido en el mar que eran aquellos ojos azules. Los cuales había deseado ver desde que los conoció. Ese característico rubor suyo se adueño de su rostro, al percatarse que el todavía la abrazaba.

-¡Que gusto volverte a ver!- Ignacio parecía eufórico por ver a aquella muchacha. Reacción que ni el mismo entendió. No era de mostrar mucho sus sentimientos, por lo que decidió que era mejor controlarse. A los ojos de la chica, este tampoco se veía afectado por el hecho de que la estaba abrazando.- No sabes cuanto te he buscado- dijo, palabras que salieron de sus labios sin aviso previo, mientras se alejaba un poco de la castaña, pero no demasiado. Esta solo sonreía, era inevitable para ella.

-No te he visto en clases de arte…- dijo Cata mientras se agarraba mas a la mochila de mano que llevaba. ¿Por qué tengo que ponerme tan nerviosa? Se reprochaba internamente. Aparto la mirada para que el no se dirá cuenta de su estado, lo que fue un total fracaso, pues su mejillas la delataban.

-¿Vas para tu casa?- cambio de tema el rubio. Cata asintió, aun con la mirada en otro sitio. No actúes como idiota se gritaba mentalmente el rubio. ¿Dónde esta tu orgullo?-¿Quieres que te acompañe?- ahora estaba visiblemente mas calmado.

Cata le sonrió y comenzó a caminar junto con el muchacho de cabellos rubios.


-¿Y a él de donde lo saco?- pregunto Caro.

-Es Ignacio Vicuña, es nuevo- dijo Vale mientras lo analizaba de pies a cabeza.- Es mas guapo de lo que dicen. Hay muchas que ya están locas por él…

Hay que ser honestos…ojos y cabello hermosos. Además no se quedaba atrás con el cuerpo, nada menos de esperar de alguien que fue capitán del equipo de fútbol.

-Un As en los deportes y ex-capitán de fútbol- siguió Vale como si estuviera poniéndole nota a Ignacio.

-¿Ex?- pregunto Caro el ver como su amiga seguía embobada con el chico que ahora desaparecía junto con Cata, la cual se había olvidado completamente de la existencia de ellas dos.

-Si, fue capitán en su antigua escuela.- la pelirroja parecía pensativa.- Hay rumores de que en la semana de las alianzas se enfrentara en un partido con el capitán actual.

-¡¿Con Tomas?!- grito sorprendida Caro. ¿Quién en su sano juicio retaría a alguien como él? Era extremadamente fuerte y grande. Hasta Caro de le tenia… miedo y es que esa cara de serio no infunde ningún otro sentimiento.

-Pues… si- Vale comenzó a caminar nuevamente.- ¿Cómo se habrán conocido estos dos? Y… ¿Por qué no nos dijo nada al respecto?

-Tú sabes como es Cata…-dijo Caro siguiendo a su amiga – nada es muy importante…

Ambas muchachas se miraron, muy en el fondo las dos sabian que algo no andaba bien…



Fin Capítulo 2.


Notas:
Espero les haya gustado el cap! :)
pronto subire el otro!
GUESS WHAT!!
voy a concursar para un concurso de cuentos!
asique no tengo seguro cuando subo la conti! jejeje
gracias a los que leen! :)

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