sábado, 11 de diciembre de 2010

2. Moretones y lágrimas

2. Moretones y Lágrimas


El verano estaba cada vez mas cerca. Algo que ponía a todos de buen humor.
Además de que la ultima semana de clases estaba por comenzar y eso significaba Alianzas. Parecía que todos los alumnos estuviesen coordinados para dar lo mejor de si y ganar por supuesto. Obligatoriamente cada alumno debía participar en alguna actividad de cualquier tipo. Cata agradecía a Dios que no le tocaron deportes, por que si la ponían en algo así, su alianza perdería inminentemente.

Pero el rosa pálido de sus mejillas, que era un rasgo característico de ella, se transformó en un rojo intenso al enterarse que haría cuerpos pintados.
Casi se desmaya de vergüenza ante su clase de solo pensar en ir de un lado para el otro con pintura en todo el cuerpo. Lo más que podría usar seria un diminuto bikini y eso la alteraba más. Pero no le quedaba de otra que lamentarse y aceptarlo.

Cata se encontraba en clases de arte, sin inspiración alguna. Estaba sumida en la desesperación del solo hecho de tener que Mostar su cuerpo enfrente de todo el colegio.

En un intento de sacar ese pensamiento de su cabeza, empezó a mirar sus pinturas. Y de entre todas esas hermosas obras de arte, se centro en una en específico. Un lago de noche con una persona como reflejo. Los ojos de esa persona eran celestes, un azul tan claro que parecían reflejar tu alma.

Recordó a ese chico, el causante de tal inspiración, de esa obra. Miro a su alrededor en busca de ojiazul. Pero nadie con tal mirada estaba en el salón. Se desilusionó al pensar que este se pudo haber cambiado de clase.
Y ahora otros pensamientos tristes acaparaban su mente.

Y lo peor de todo… todavía seguía carente de inspiración.

-¡No puedo creer que no me lo hallas contado!

Una inconfundible voz chillona le hablo por detrás. Esta parecía emocionada como de costumbre. La pelirroja agarro una silla desocupada y se sentó al lado de Catalina.

-¿Qué rayos haces aquí Vale?- la sorpresa inundo el rostro de la ojiverde. Su amiga no estaba en artes, para ser honestos, no sabía dibujar ni una casita.

-Vine a dejar unos lápices que el profesor de Litera… ¡No me cambies el tema!

-¿Qué tema?- Valentina era definitivamente muy complicada.

-¡Vas a hacer cuerpos pintados!- jubilo puro era lo que emanaba Vale con su sonrisa. Para ella parecía la mejor idea del mundo. Para Cata, por el contrario, era como su peor pesadilla. -¡Por fin mostraras ese cuerpazo que tienes!- le guiño el ojo. Cata podía sentir como sus mejillas se ponían calientes. Se imaginaba el color que tendrían estas.

-¿C-Cuerpazo?- fue lo único que salio de los rosados labios de la ojiverde. ¿Qué se le salio otro tornillo? Era una completa locura. Conociéndose, se desmayaría en la mitad del evento.

-No me digas que nunca te has dado cuenta…- la pelirroja contuvo una risita.- Puedes ser callada, amiga mía, pero desapercibida no pasas.- No pudo contener mas la risa, la cara de Cata era memorable.- Y menos para los hombres…- continuo Vale mientras levantaba ambas cejas al mismo tiempo.

A los pensares de Cata llegaron esos ojos azules, ese cabellos rubio. Ignacio parecía que su nombre había quedado grabado en su cabeza.

-¡Señorita Reyes!- dijo la Profesora de artes para llamar su atención.- Que yo sepa, nunca la he tenido como alumna.

-Huy, pero le gustaría Señorita, se lo aseguro.- respondió alegre Vale mientras se disponía a salir de la sala. Siempre irradiando alegría. Pensó Cata.

-¡Avíseme cuando aprenda a dibujar algo mas que un sol y tal vez la considere para las clases de preescolar! – algunas risitas se escucharon en el salón. No era chistoso, pero ambas eran tan parecidas que nadie podría pensar que se llevaran mal.


Cuando la sala volvió a quedar en completo silencio intento concentrarse. Pero se sintió estúpida al darse cuenta que ese chico era lo único que ocupaba su mente. Ni lo conozco. No puedo estar pensando en el… ¿Y si no lo vuelvo a ver? Sacudió su cabeza con fuerza y tomo un lápiz. Con inspiración o sin ella debía dibujar, por lo menos sus notas dependían de ello.



Tonta, tonta, tonta…

Eran las únicas palabras que cruzaban por la mente de Caro a esas alturas.
La presión se la estaba comiendo viva. Estaba en química y se encontraba haciendo los ejercicios de matemáticas que no había logrado terminar el día anterior a causa de la migraña.

Es el ultimo día… falta poco… no te agobies.

Apretaba con tanta fuerza el lápiz, que sentía que este se iba a partir a la mitad.

¿Por que? ¡Nunca fue tan difícil!

Tales cálculos la estaban sacando de quicio. Pero también en su cabeza habían tantas cosas, tantas preocupaciones, que no había cabida en ella para un solo número más. Guardo el cuaderno y miro a la profesora. Esta seguía hablando como si todos la escuchan atentamente. Cosa que no era así, pues cada uno estaba haciendo algo ajeno a la clase.

Miro a través de la ventana. Necesitaba salir, pensar. Tenia que organizar su cabeza. Pero no pudo evitar recordar algo que la preocupaba de sobremanera. A su mente vinieron las imágenes de Vale el sábado pasado, hace unos días atrás.

“Nadie contestaba en la casa de Valentina. Ya era la quinta vez que la llamaba en el día y eso estaba empezando a preocupar a Caro…
De nuevo buzón de voz.
Algo no estaba bien.

-¡Papa, voy a salir!- grito mientras corría escaleras abajo, enfundándose su chaqueta blanca.

-Pe-pero…- su padre logro parase del sofá. Este se veía pésimo. Estaba muy enfermo.- ¿A d-donde vas?- dijo con dificultad, su voz era apenas un susurro.

Caro se acerco a su padre y lo abrazo suavemente. Sentía que ya no pasaba tiempo con el y tal vez por lo mismo acepto mudarse. Era por su bien, quería apoyarlo en su difícil momento… después de aquel accidente…

Respiro profundamente para contenerse. No eran cosas que quisiera recordar.

-Voy donde Valentina, papá.- Le sonrió a su padre. Pero ella sabia que no serviría de nada, pues el no podía verla.-Mamá esta en la cocina lavando algunos platos y cuando termine viene. No te preocupes.- Le rompía el corazón ver como los ojos de su padre habían perdido aquel brillo. Pues aquellos ojos que alguna vez fueron cafés, ahora no podían ver.

-Muy bien mi niña.- dijo este mientras buscaba con la mano la cara de su hija mayor. Esta se movió para que la mano de su padre acariciara su mejilla.- Anda y cuídate… ¿Si?

Caro se limito a asentir mientras su padre seguía acariciando su rostro. Luego le beso la frente y salio de la casa. Miro el reloj de su celular. Eran las cinco de la tarde, podría llegar a tiempo.



El barrio de Valentina era lujoso. No podía creer que gente tan mala como los padres de esta vivieran en un lugar como ese. Casas blancas y jardines decorados con muchas cantidades de rosas y todo tipo de flores. Admiraba cada casa por la que pasaba, hasta que llego a la correcta.

Al ver la puerta semiabierta tuvo un mal presentimiento. Por más que tocaba el timbre, nadie abría.

La preocupación la lleno por dentro y sin pensarlo dos veces salto la reja.
Sus pies se enredaron con las puntas de la reja, logrando que esta cayera de espalda al suelo. “¡Esto me dolerá después!” pensó con rabia “¡Para que veas lo que hago por ti Valentina!”

Entro corriendo a la casa, pero al pasar por la puerta se detuvo y observo el estado de la morada. Sus ojos se abrieron como platas al sentir el olor a cigarro. El aire era simplemente irrespirable. No había daños ni parecía faltar nada, por lo que descarto la idea de que hubieran asaltado la casa de su amiga.

Lentamente paso de cuarto en cuarto en busca de señales de vida.
No veía nada malo pero algo no le gustaba de todo esto.

Desistió de buscar y se dirigió directo a la habitación que era de su amiga.
Cuando entro su alma se congelo. Valetina estaba tirada en el piso, boca abajo. Se acerco a ella corriendo y la dio vuelta con delicadeza.

-Pero Vale…- susurro con impotencia.

Se notaba que su amiga había estado llorando y que no solo se había quedado dormida. Esta lucia moretones en la cara y brazos, cosa que sobresalto a Caro. No descartó la posibilidad de que se hubiera desmayado, pues ella no comía bien.

Dejo a su a miga a un lado. Si ella estaba así… ¿Cómo estaría su madre?
Caro no conocía toda la historia acerca de Vale, nunca se la contó, tal vez por que no se dio el minuto o nunca sintió la necesidad, por que siempre la apoyo de igual manera. Pero sabia que Vale vivía con su madre, y que tenían problemas con el papá.


Se levanto y siguió buscando de pieza en pieza… hasta que escucho una voz. Era un susurro… un susurro desgarrador. Se podía notar con facilidad el dolor que esta mostraba. Siguió el sonido que provenía de una habitación al fondo del pasillo del primer piso. Ahí encontró lo que mas temía… a la mamá de su amiga. Esta estaba apoyada en la cama.

-¡Tía! – dijo casi en un susurro acercándose a esta. La movió un poco por los hombros, provocando que esta soltara un quejido de dolor. Al mover el rostro, Caro se pudo percatar de las heridas que esta tenia. El labio le sangraba, al igual que un tajo que era visible sobre la ceja derecha. Esto era acompañado de un marcado moretón en el ojo derecho, muy parecido a los que se veían en sus piernas y brazos. “Definitivamente él tiene algo que ver en esto”. Se dijo, intentado que su cerebro reaccionara a la situación. Trato de moverse, pero no sabia que hacer exactamente.

Metió su mano al bolsillo de la chaqueta blanca y marco el número de la policía. Miro con desconcierto la cara de la mujer que yacía casi inconciente. Esta se limito a sonreír hasta que su herida no se lo permitió. Caro tomo esto como una señal de que lo que estaba haciendo era lo correcto.

Cuando contestaron dio la información y pidió que mandaran a una ambulancia con urgencia. Se sintió más segura cuando la persona al otro lado del teléfono le dijo que estarían ahí en dos minutos.

Pero la calma se le escapo del alma al ver la cara de espanto que ponía la madre de su amiga. Pero Caro no entendía el porque de su reacción, hasta que sintió un devastador golpe en la mejilla, el cual fue tan fuerte la tiro contra la pared.

Caro no se movió, solo se sostuvo de la pared. Y miro fijamente a ese hombre, esa bestia que había osado pegarle. La rabia la lleno de pies a cabeza. Él era el padre de su amiga, el mounstro que había dejado a esa dos mujeres mal heridas y quien sabe en que circunstancia había entrado a esa casa.

Desde el lugar donde ella se encontraba, pudo sentir el olor a cigarro y alcohol que emana de aquel sujeto. Definitivamente el hombre no debía estar dentro de sus casillas en ese momento. Pero eso no le importo a Caro, no había perdón alguno para lo que el había echo.

Caro sintió como el hombre se acercaba lentamente, como si le costara caminar. Ella se movió igual de lento y se agarro disimuladamente de la silla que tenia al lado. Cuando ella vio que el levantaba la mano para pegarle nuevamente, con todas su fuerzas le pego en el lado derecho de la cabeza con la silla de madera. Este solo grito mientras se tiraba al piso del dolor. Estaba sangrando…

Pero eso a Caro no le importaba. Ella siempre fue fuerte y estaba orgullosa de ello, de poder darle su justo merecido a ese maldito.

Estaba a punto de pegarle una patada cuando escucho que los policías entraban a la casa. Aliviada se acerco a la madre de su amiga.

-Todo va a estar bien- le susurro, recibiendo como respuesta una sonrisa… una que jamás olvidaría. La mas sincera de todas…”

Suspiro con pesar, mientras bajaba la mirada a la hoja de papel llena de borrones. No podía parar de preguntarse que hubiese pasado si no hubiera ido… Vale había faltado toda la semana, tal vez cuidando de su madre que estaba en hospital con heridas graves. Gracias a Dios las heridas de Vale eran superficiales.


El sonido de la campana la saco de sus pensares. Dándose cuenta de que el horario escolar había terminado.



-¿Segura tenemos que esperarla aquí?- la pelirroja parecía impaciente. Cata ya estaba enterada del asunto de la semana pasada. Por eso no necesita preguntarle el por que de esas marcas, ahora verdosas, en sus brazos, piernas y cara- ¡Pero que niña!- dijo algo enojada la pelirroja, pero aunque intentase verse enojada o afectada, siempre desprendía un jubilo envidiable.

Cata solo podía reír con los pucheros que hacia su amiga. Desde el segundo piso del colegia se podía ver todo el Patio, que para ese momento, estaba vació. Ya nadie se quedaba a estudiar, pues quedaba solo una semana de clases y todo era alianzas.

Vale pego un grito que sobresalto a Cata, la cual no pudo evitar reír por lo que había causado que su amiga gritara.
La escena que se podía apreciar era… tierna, pero rara. Cosas como esa no pasan a diario. Por lo que solo se limito a sonreír a sus dos amigas, quienes ahora reían juntas.

Caro al ver a sus dos amigas juntas corrió lo más rápido que pudo hasta donde ellas se encontraban. Abrazo con todas sus fuerzas a Vale por detrás, la cual grito de la sorpresa.

-¡Tonta me tenias preocupada!- dijo Caro entre lagrimas. No estaba triste, estaba feliz de ver a su amiga sana y salva. No quería que lo ocurrido volviera a pasar, solo quería a sus amigas a su lado. Pues sabia que sin ellas… estaría perdida.

-¡Tonta! ¡Tonta! ¡Tonta!- repetía una y otra vez la morena a la pelirroja, la cual seguía boquiabierta por lo que acababa de ocurrir.

-Será mejor irnos- dijo Cata mientras se deba media vuelta para comenzar el camino hasta su casa. La ojiverde parecía sumida en sus pensamientos, ya que no se percataba de la conversación que sostenían sus dos mejores amigas. Quienes iban unos cuantos pasos detrás de ella. Pero no pensaba en nada… y ese era el problema, se sentía vacía, como si algo estuviese faltando. Y agregando un dolor de cabeza terrible.

Solo seguía su camino, el cual se vio interferido cuando choco contra algo, haciendo que perdiera el equilibrio. Todo ocurrió muy rápido para ella, que no podía asimilarlo, pero unos brazos detuvieron su caída a mitad de camino.

No pudo agradecer a su salvador, ya que se había perdido en el mar que eran aquellos ojos azules. Los cuales había deseado ver desde que los conoció. Ese característico rubor suyo se adueño de su rostro, al percatarse que el todavía la abrazaba.

-¡Que gusto volverte a ver!- Ignacio parecía eufórico por ver a aquella muchacha. Reacción que ni el mismo entendió. No era de mostrar mucho sus sentimientos, por lo que decidió que era mejor controlarse. A los ojos de la chica, este tampoco se veía afectado por el hecho de que la estaba abrazando.- No sabes cuanto te he buscado- dijo, palabras que salieron de sus labios sin aviso previo, mientras se alejaba un poco de la castaña, pero no demasiado. Esta solo sonreía, era inevitable para ella.

-No te he visto en clases de arte…- dijo Cata mientras se agarraba mas a la mochila de mano que llevaba. ¿Por qué tengo que ponerme tan nerviosa? Se reprochaba internamente. Aparto la mirada para que el no se dirá cuenta de su estado, lo que fue un total fracaso, pues su mejillas la delataban.

-¿Vas para tu casa?- cambio de tema el rubio. Cata asintió, aun con la mirada en otro sitio. No actúes como idiota se gritaba mentalmente el rubio. ¿Dónde esta tu orgullo?-¿Quieres que te acompañe?- ahora estaba visiblemente mas calmado.

Cata le sonrió y comenzó a caminar junto con el muchacho de cabellos rubios.


-¿Y a él de donde lo saco?- pregunto Caro.

-Es Ignacio Vicuña, es nuevo- dijo Vale mientras lo analizaba de pies a cabeza.- Es mas guapo de lo que dicen. Hay muchas que ya están locas por él…

Hay que ser honestos…ojos y cabello hermosos. Además no se quedaba atrás con el cuerpo, nada menos de esperar de alguien que fue capitán del equipo de fútbol.

-Un As en los deportes y ex-capitán de fútbol- siguió Vale como si estuviera poniéndole nota a Ignacio.

-¿Ex?- pregunto Caro el ver como su amiga seguía embobada con el chico que ahora desaparecía junto con Cata, la cual se había olvidado completamente de la existencia de ellas dos.

-Si, fue capitán en su antigua escuela.- la pelirroja parecía pensativa.- Hay rumores de que en la semana de las alianzas se enfrentara en un partido con el capitán actual.

-¡¿Con Tomas?!- grito sorprendida Caro. ¿Quién en su sano juicio retaría a alguien como él? Era extremadamente fuerte y grande. Hasta Caro de le tenia… miedo y es que esa cara de serio no infunde ningún otro sentimiento.

-Pues… si- Vale comenzó a caminar nuevamente.- ¿Cómo se habrán conocido estos dos? Y… ¿Por qué no nos dijo nada al respecto?

-Tú sabes como es Cata…-dijo Caro siguiendo a su amiga – nada es muy importante…

Ambas muchachas se miraron, muy en el fondo las dos sabian que algo no andaba bien…



Fin Capítulo 2.


Notas:
Espero les haya gustado el cap! :)
pronto subire el otro!
GUESS WHAT!!
voy a concursar para un concurso de cuentos!
asique no tengo seguro cuando subo la conti! jejeje
gracias a los que leen! :)

sábado, 4 de diciembre de 2010

2.Moretones y lagrimas


2. Moretones y Lágrimas





El verano estaba cada vez mas cerca. Algo que ponía a todos de buen humor.

Además de que la ultima semana de clases estaba por comenzar y eso significaba Alianzas. Parecía que todos los alumnos estuviesen coordinados para dar lo mejor de si y ganar por supuesto. Obligatoriamente cada alumno debía participar en alguna actividad de cualquier tipo. Cata agradecía a Dios que no le tocaron deportes, por que si la ponían en algo así, su alianza perdería inminentemente.



Pero el rosa pálido de sus mejillas, que era un rasgo característico de ella, se transformó en un rojo intenso al enterarse que haría cuerpos pintados.

Casi se desmaya de vergüenza ante su clase de solo pensar en ir de un lado para el otro con pintura en todo el cuerpo. Lo más que podría usar seria un diminuto bikini y eso la alteraba más. Pero no le quedaba de otra que lamentarse y aceptarlo.



Cata se encontraba en clases de arte, sin inspiración alguna. Estaba sumida en la desesperación del solo hecho de tener que Mostar su cuerpo enfrente de todo el colegio.



En un intento de sacar ese pensamiento de su cabeza, empezó a mirar sus pinturas. Y de entre todas esas hermosas obras de arte, se centro en una en específico. Un lago de noche con una persona como reflejo. Los ojos de esa persona eran celestes, un azul tan claro que parecían reflejar tu alma.



Recordó a ese chico, el causante de tal inspiración, de esa obra. Miro a su alrededor en busca de ojiazul. Pero nadie con tal mirada estaba en el salón. Se desilusionó al pensar que este se pudo haber cambiado de clase.

Y ahora otros pensamientos tristes acaparaban su mente.



Y lo peor de todo… todavía seguía carente de inspiración.



-¡No puedo creer que no me lo hallas contado!



Una inconfundible voz chillona le hablo por detrás. Esta parecía emocionada como de costumbre. La pelirroja agarro una silla desocupada y se sentó al lado de Catalina.



-¿Qué rayos haces aquí Vale?- la sorpresa inundo el rostro de la ojiverde. Su amiga no estaba en artes, para ser honestos, no sabía dibujar ni una casita.



-Vine a dejar unos lápices que el profesor de Litera… ¡No me cambies el tema!



-¿Qué tema?- Valentina era definitivamente muy complicada.



-¡Vas a hacer cuerpos pintados!- jubilo puro era lo que emanaba Vale con su sonrisa. Para ella parecía la mejor idea del mundo. Para Cata, por el contrario, era como su peor pesadilla. -¡Por fin mostraras ese cuerpazo que tienes!- le guiño el ojo. Cata podía sentir como sus mejillas se ponían calientes. Se imaginaba el color que tendrían estas.



-¿C-Cuerpazo?- fue lo único que salio de los rosados labios de la ojiverde. ¿Qué se le salio otro tornillo? Era una completa locura. Conociéndose, se desmayaría en la mitad del evento.



-No me digas que nunca te has dado cuenta…- la pelirroja contuvo una risita.- Puedes ser callada, amiga mía, pero desapercibida no pasas.- No pudo contener mas la risa, la cara de Cata era memorable.- Y menos para los hombres…- continuo Vale mientras levantaba ambas cejas al mismo tiempo.



A los pensares de Cata llegaron esos ojos azules, ese cabellos rubio. Ignacio parecía que su nombre había quedado grabado en su cabeza.



-¡Señorita Reyes!- dijo la Profesora de artes para llamar su atención.- Que yo sepa, nunca la he tenido como alumna.



-Huy, pero le gustaría Señorita, se lo aseguro.- respondió alegre Vale mientras se disponía a salir de la sala. Siempre irradiando alegría. Pensó Cata.



-¡Avíseme cuando aprenda a dibujar algo mas que un sol y tal vez la considere para las clases de preescolar! – algunas risitas se escucharon en el salón. No era chistoso, pero ambas eran tan parecidas que nadie podría pensar que se llevaran mal.





Cuando la sala volvió a quedar en completo silencio intento concentrarse. Pero se sintió estúpida al darse cuenta que ese chico era lo único que ocupaba su mente. Ni lo conozco. No puedo estar pensando en el… ¿Y si no lo vuelvo a ver? Sacudió su cabeza con fuerza y tomo un lápiz. Con inspiración o sin ella debía dibujar, por lo menos sus notas dependían de ello.







Tonta, tonta, tonta…



Eran las únicas palabras que cruzaban por la mente de Caro a esas alturas.

La presión se la estaba comiendo viva. Estaba en química y se encontraba haciendo los ejercicios de matemáticas que no había logrado terminar el día anterior a causa de la migraña.



Es el ultimo día… falta poco… no te agobies.



Apretaba con tanta fuerza el lápiz, que sentía que este se iba a partir a la mitad.



¿Por que? ¡Nunca fue tan difícil!



Tales cálculos la estaban sacando de quicio. Pero también en su cabeza habían tantas cosas, tantas preocupaciones, que no había cabida en ella para un solo número más. Guardo el cuaderno y miro a la profesora. Esta seguía hablando como si todos la escuchan atentamente. Cosa que no era así, pues cada uno estaba haciendo algo ajeno a la clase.



Miro a través de la ventana. Necesitaba salir, pensar. Tenia que organizar su cabeza. Pero no pudo evitar recordar algo que la preocupaba de sobremanera. A su mente vinieron las imágenes de Vale el sábado pasado, hace unos días atrás.



“Nadie contestaba en la casa de Valentina. Ya era la quinta vez que la llamaba en el día y eso estaba empezando a preocupar a Caro…

De nuevo buzón de voz.

Algo no estaba bien.



-¡Papa, voy a salir!- grito mientras corría escaleras abajo, enfundándose su chaqueta blanca.



-Pe-pero…- su padre logro parase del sofá. Este se veía pésimo. Estaba muy enfermo.- ¿A d-donde vas?- dijo con dificultad, su voz era apenas un susurro.



Caro se acerco a su padre y lo abrazo suavemente. Sentía que ya no pasaba tiempo con el y tal vez por lo mismo acepto mudarse. Era por su bien, quería apoyarlo en su difícil momento… después de aquel accidente…



Respiro profundamente para contenerse. No eran cosas que quisiera recordar.



-Voy donde Valentina, papá.- Le sonrió a su padre. Pero ella sabia que no serviría de nada, pues el no podía verla.-Mamá esta en la cocina lavando algunos platos y cuando termine viene. No te preocupes.- Le rompía el corazón ver como los ojos de su padre habían perdido aquel brillo. Pues aquellos ojos que alguna vez fueron cafés, ahora no podían ver.



-Muy bien mi niña.- dijo este mientras buscaba con la mano la cara de su hija mayor. Esta se movió para que la mano de su padre acariciara su mejilla.- Anda y cuídate… ¿Si?



Caro se limito a asentir mientras su padre seguía acariciando su rostro. Luego le beso la frente y salio de la casa. Miro el reloj de su celular. Eran las cinco de la tarde, podría llegar a tiempo.







El barrio de Valentina era lujoso. No podía creer que gente tan mala como los padres de esta vivieran en un lugar como ese. Casas blancas y jardines decorados con muchas cantidades de rosas y todo tipo de flores. Admiraba cada casa por la que pasaba, hasta que llego a la correcta.



Al ver la puerta semiabierta tuvo un mal presentimiento. Por más que tocaba el timbre, nadie abría.



La preocupación la lleno por dentro y sin pensarlo dos veces salto la reja.

Sus pies se enredaron con las puntas de la reja, logrando que esta cayera de espalda al suelo. “¡Esto me dolerá después!” pensó con rabia “¡Para que veas lo que hago por ti Valentina!”



Entro corriendo a la casa, pero al pasar por la puerta se detuvo y observo el estado de la morada. Sus ojos se abrieron como platas al sentir el olor a cigarro. El aire era simplemente irrespirable. No había daños ni parecía faltar nada, por lo que descarto la idea de que hubieran asaltado la casa de su amiga.



Lentamente paso de cuarto en cuarto en busca de señales de vida.

No veía nada malo pero algo no le gustaba de todo esto.



Desistió de buscar y se dirigió directo a la habitación que era de su amiga.

Cuando entro su alma se congelo. Valetina estaba tirada en el piso, boca abajo. Se acerco a ella corriendo y la dio vuelta con delicadeza.



-Pero Vale…- susurro con impotencia.



Se notaba que su amiga había estado llorando y que no solo se había quedado dormida. Esta lucia moretones en la cara y brazos, cosa que sobresalto a Caro. No descartó la posibilidad de que se hubiera desmayado, pues ella no comía bien.



Dejo a su a miga a un lado. Si ella estaba así… ¿Cómo estaría su madre?

Caro no conocía toda la historia acerca de Vale, nunca se la contó, tal vez por que no se dio el minuto o nunca sintió la necesidad, por que siempre la apoyo de igual manera. Pero sabia que Vale vivía con su madre, y que tenían problemas con el papá.





Se levanto y siguió buscando de pieza en pieza… hasta que escucho una voz. Era un susurro… un susurro desgarrador. Se podía notar con facilidad el dolor que esta mostraba. Siguió el sonido que provenía de una habitación al fondo del pasillo del primer piso. Ahí encontró lo que mas temía… a la mamá de su amiga. Esta estaba apoyada en la cama.



-¡Tía! – dijo casi en un susurro acercándose a esta. La movió un poco por los hombros, provocando que esta soltara un quejido de dolor. Al mover el rostro, Caro se pudo percatar de las heridas que esta tenia. El labio le sangraba, al igual que un tajo que era visible sobre la ceja derecha. Esto era acompañado de un marcado moretón en el ojo derecho, muy parecido a los que se veían en sus piernas y brazos. “Definitivamente él tiene algo que ver en esto”. Se dijo, intentado que su cerebro reaccionara a la situación. Trato de moverse, pero no sabia que hacer exactamente.



Metió su mano al bolsillo de la chaqueta blanca y marco el número de la policía. Miro con desconcierto la cara de la mujer que yacía casi inconciente. Esta se limito a sonreír hasta que su herida no se lo permitió. Caro tomo esto como una señal de que lo que estaba haciendo era lo correcto.



Cuando contestaron dio la información y pidió que mandaran a una ambulancia con urgencia. Se sintió más segura cuando la persona al otro lado del teléfono le dijo que estarían ahí en dos minutos.


Pero la calma se le escapo del alma al ver la cara de espanto que ponía la madre de su amiga. Pero Caro no entendía el porque de su reacción, hasta que sintió un devastador golpe en la mejilla, el cual fue tan fuerte la tiro contra la pared.

Caro no se movió, solo se sostuvo de la pared. Y miro fijamente a ese hombre, esa bestia que había osado pegarle. La rabia la lleno de pies a cabeza. Él era el padre de su amiga, el mounstro que había dejado a esa dos mujeres mal heridas y quien sabe en que circunstancia había entrado a esa casa.

Desde el lugar donde ella se encontraba, pudo sentir el olor a cigarro y alcohol que emana de aquel sujeto. Definitivamente el hombre no debía estar dentro de sus casillas en ese momento. Pero eso no le importo a Caro, no había perdón alguno para lo que el había echo.

Caro sintió como el hombre se acercaba lentamente, como si le costara caminar. Ella se movió igual de lento y se agarro disimuladamente de la silla que tenia al lado. Cuando ella vio que el levantaba la mano para pegarle nuevamente, con todas su fuerzas le pego en el lado derecho de la cabeza con la silla de madera. Este solo grito mientras se tiraba al piso del dolor. Estaba sangrando…

Pero eso a Caro no le importaba. Ella siempre fue fuerte y estaba orgullosa de ello, de poder darle su justo merecido a ese maldito.

Estaba a punto de pegarle una patada cuando escucho que los policías entraban a la casa. Aliviada se acerco a la madre de su amiga.

-Todo va a estar bien- le susurro, recibiendo como respuesta una sonrisa… una que jamás olvidaría. La mas sincera de todas…”

Suspiro con pesar, mientras bajaba la mirada a la hoja de papel llena de borrones. No podía parar de preguntarse que hubiese pasado si no hubiera ido… Vale había faltado toda la semana, tal vez cuidando de su madre que estaba en hospital con heridas graves. Gracias a Dios las heridas de Vale eran superficiales.

El sonido de la campana la saco de sus pensares. Dándose cuenta de que el horario escolar había terminado.





-¿Segura tenemos que esperarla aquí?- la pelirroja parecía impaciente. Cata ya estaba enterada del asunto de la semana pasada. Por eso no necesita preguntarle el por que de esas marcas, ahora verdosas, en sus brazos, piernas y cara- ¡Pero que niña!- dijo algo enojada la pelirroja, pero aunque intentase verse enojada o afectada, siempre desprendía un jubilo envidiable.

Cata solo podía reír con los pucheros que hacia su amiga. Desde el segundo piso del colegia se podía ver todo el Patio, que para ese momento, estaba vació. Ya nadie se quedaba a estudiar, pues quedaba solo una semana de clases y todo era alianzas.

Vale pego un grito que sobresalto a Cata, la cual no pudo evitar reír por lo que había causado que su amiga gritara.

La escena que se podía apreciar era… tierna, pero rara. Cosas como esa no pasan a diario. Por lo que solo se limito a sonreír a sus dos amigas, quienes ahora reían juntas.

Caro al ver a sus dos amigas juntas corrió lo más rápido que pudo hasta donde ellas se encontraban. Abrazo con todas sus fuerzas a Vale por detrás, la cual grito de la sorpresa.

-¡Tonta me tenias preocupada!- dijo Caro entre lagrimas. No estaba triste, estaba feliz de ver a su amiga sana y salva. No quería que lo ocurrido volviera a pasar, solo quería a sus amigas a su lado. Pues sabia que sin ellas… estaría perdida.

-¡Tonta! ¡Tonta! ¡Tonta!- repetía una y otra vez la morena a la pelirroja, la cual seguía boquiabierta por lo que acababa de ocurrir.

-Será mejor irnos- dijo Cata mientras se deba media vuelta para comenzar el camino hasta su casa. La ojiverde parecía sumida en sus pensamientos, ya que no se percataba de la conversación que sostenían sus dos mejores amigas. Quienes iban unos cuantos pasos detrás de ella. Pero no pensaba en nada… y ese era el problema, se sentía vacía, como si algo estuviese faltando. Y agregando un dolor de cabeza terrible.

Solo seguía su camino, el cual se vio interferido cuando choco contra algo, haciendo que perdiera el equilibrio. Todo ocurrió muy rápido para ella, que no podía asimilarlo, pero unos brazos detuvieron su caída a mitad de camino.

No pudo agradecer a su salvador, ya que se había perdido en el mar que eran aquellos ojos azules. Los cuales había deseado ver desde que los conoció. Ese característico rubor suyo se adueño de su rostro, al percatarse que el todavía la abrazaba.

-¡Que gusto volverte a ver!- Ignacio parecía eufórico por ver a aquella muchacha. Reacción que ni el mismo entendió. No era de mostrar mucho sus sentimientos, por lo que decidió que era mejor controlarse. A los ojos de la chica, este tampoco se veía afectado por el hecho de que la estaba abrazando.- No sabes cuanto te he buscado- dijo, palabras que salieron de sus labios sin aviso previo, mientras se alejaba un poco de la castaña, pero no demasiado. Esta solo sonreía, era inevitable para ella.

-No te he visto en clases de arte…- dijo Cata mientras se agarraba mas a la mochila de mano que llevaba. ¿Por qué tengo que ponerme tan nerviosa? Se reprochaba internamente. Aparto la mirada para que el no se dirá cuenta de su estado, lo que fue un total fracaso, pues su mejillas la delataban.

-¿Vas para tu casa?- cambio de tema el rubio. Cata asintió, aun con la mirada en otro sitio. No actúes como idiota se gritaba mentalmente el rubio. ¿Dónde esta tu orgullo?-¿Quieres que te acompañe?- ahora estaba visiblemente mas calmado.

Cata le sonrió y comenzó a caminar junto con el muchacho de cabellos rubios.

-¿Y a él de donde lo saco?- pregunto Caro.

-Es Ignacio Vicuña, es nuevo- dijo Vale mientras lo analizaba de pies a cabeza.- Es mas guapo de lo que dicen. Hay muchas que ya están locas por él…



Hay que ser honestos…ojos y cabello hermosos. Además no se quedaba atrás con el cuerpo, nada menos de esperar de alguien que fue capitán del equipo de fútbol.


-Un As en los deportes y ex-capitán de fútbol- siguió Vale como si estuviera poniéndole nota a Ignacio.


-¿Ex?- pregunto Caro el ver como su amiga seguía embobada con el chico que ahora desaparecía junto con Cata, la cual se había olvidado completamente de la existencia de ellas dos.

-Si, fue capitán en su antigua escuela.- la pelirroja parecía pensativa.- Hay rumores de que en la semana de las alianzas se enfrentara en un partido con el capitán actual.

-¡¿Con Tomas?!- grito sorprendida Caro. ¿Quién en su sano juicio retaría a alguien como él? Era extremadamente fuerte y grande. Hasta Caro de le tenia… miedo y es que esa cara de serio no infunde ningún otro sentimiento.

-Pues… si- Vale comenzó a caminar nuevamente.- ¿Cómo se habrán conocido estos dos? Y… ¿Por qué no nos dijo nada al respecto?

-Tú sabes como es Cata…-dijo Caro siguiendo a su amiga – nada es muy importante…

Ambas muchachas se miraron, muy en el fondo las dos sabian que algo no andaba bien…







Fin Capítulo 2.

sábado, 27 de noviembre de 2010

1.Todo tiene su pasado

¡Aqui este el primer capitulo! Enjoy :)

1.Todo tiene su pasado

Una chica linda, tierna, torpe. Una chica normal.
Nunca fue muy buena para los deportes, ni nada que implicara movimientos rápidos y/o coordinados. Pero se esforzaba. Esto sumado a que, aun siendo una chica alegre y animada, era muy tímida. Lo mas normal era ver en ella un rosado grabado en sus mejillas, dándole un aire tan inocente, que parecía que no podría matar ni a una mosca.

Pero como era algo torpe, las clases de educación física fueran todo un reto para ella. Siempre salía con algún moretón o lesión, y hasta había veces en las que se desmayaba. Hoy parecía una de esas veces en las que no sabía como reaccionar más que cerrando sus ojos.

Lo único que pudo sentir fue un fuerte golpe en la mitad de su rostro. Definitivamente fue la pelota de fútbol que la había golpeado sin piedad en su cara, tirándola al piso.
Su amiga Caro se acerco a ella al instante, con la preocupación en el rostro.
Pero al ver a la chica que yacía en el piso sonreír mientras que su cara sufría un cambio drástico al color rojo, solo pudo reír.

La gente se comenzaba a reunir a su alrededor. Algunos estaban preocupados. Mientras que otros, mejor dicho otras, se limitaban a reír a costa de ella. Siempre la trataban mal, pero nunca se rebajo a su nivel. Antes se defendía, pero el día que entendió que no debía hacerlo, se dio cuenta de que había sido un error. Pues les había dejado pasar por encima de ella. Pero era tan buena persona, que no podía tenerles rencor.

-¡Pero Cata! – Caro la sostenía para que esta no volviera a caer mientras caminaban había las bancas. Su tono había sonado preocupado, pero no podía evitar reírse de la torpeza de su amiga.

- Como si fuera nuevo… - ahora su mirada era inexpresiva. Aquella sonrisa se había borrado por completo de su rostro. Catalina sentía impotencia, rabia. Se sentía… como si fuera nada. Se merecía respeto, pero no tenia nada que hacer. Siempre fue pésima en los deportes y lo sabia.- ¿Pero que le voy hacer?- rió con al de desgana.

-No te desanimes tontita- le sonrió la morena de piel blanca que ahora le pasaba un hielo.- No te preocupes por ellas, no tienen neuronas… - los intentos para animarla eran en vano, simplemente la lesionada no tenia energía.

Desistió de hacerla cambiar esa cara. A veces solo tenia que permanecer en silencio. Catalina podía ser muy alegre, pero era una persona que disfrutaba del silencio, de la paz, de poder imaginar y enfocarse en sus pensares.
Pero después de unos minutos tubo que soltar esas palabras.

-Eres muy amable Cata…- no parecía un cumplido, sino mas bien una “critica”- demasiado. – miro a su amiga que seguía sumida en sus pensamientos. Apreciaba mucho a Catalina, era como su hermana. Siempre fue un apoyo y confidente increíbles. Siempre se sintió en deuda. Siempre quiso ser como ella. Tan amable, inteligente, bonita. Todo un ejemplo a seguir pensaba para si.

Pero sus pensamientos dieron un cambio brusco al ver la hora, la hora de deportes ya casi terminaba.

-¿Y si… falto a Historia?- dijo casi en un susurro. Cata sabia que su amiga estaba pensando en voz alta. Pero no pudo evitar mirarla con el ceño fruncido. Se podría decir que eran como el Ying y el Yang.

-Y tu eres muy rebelde…- el tono de la ojiverde fue de burla, en un claro intento de imitar las palabras de su amigas hace unos minutos atrás.- Demasiado…

Ante esto Caro solo se limito a reír. Cuando se trataba de faltar a las reglas ella era la mejor. Un brillo se asomo a sus ojos color miel, como si fuera toda una aventura.

-Bueno, tomo eso como un “Voy con tigo”- le guiño el ojo.

-E-eh yo...yo- no alcanzo a decir palabra cuando Carolina la tomo de la mano y salieron corriendo sin que nadie lo notara. Después, si es que las atrapaban, inventarían algo.




Para ella no había nada mejor que esa brisa de verano, junto con ese aroma que inundaba todo el ambiente. El sol cubría todo su cuerpo.
Estaba casi segura de que estaba durmiendo, se sentía en el paraíso… hasta que su amiga interrumpió su “felicidad”.

-Cata...

-Dime…

Carolina parecía algo dubitativa ante los ojos de la ojiverde. Pero prefirió callar y espero a que esta terminara de hablar. Pero al ver que esta no terminaba decidió abrir los ojos para encontrarse con que su amiga miraba al piso, como si quisiera que este desapareciera.

-¿Ocurre algo?-se atrevió a preguntar Catalina al ver tan acomplejada a su amiga.

-En… realidad… no pasa nada…- Para la ojiverde eso era una clara mentira, pero solo le dedico un sonrisa, esperaría a que la morena quisiera contárselo.-Solo estaba pensando…

-¿En…?

-Pues… en el verano.

-¿Y que con el verano?- Cata no entendía exactamente a que iba aquella actitud. ¿El verano? Bueno… vacaciones, sol, amigos. Era muy tentador. Pero nunca se habían echo problema por que “harían” en las vacaciones.

-Estaba pensando en que… tal vez tu podrías… bueno… solo si tu quieres…- Caro miro al cielo. Como si este la calmara un poco.- irte con migo de viaje…

Catalina se carcajeo con júbilo ante aquella pregunta. La reacción de esta calmo de gran manera a su amiga.

-¿Es en serio?- se tiro nuevamente en el pasto, por un minuto se había preocupado- Claro que si me gustaría…- sonrió de oreja a oreja.- Pensé que te había pasado algo malo.

Pero la ojiverde no se percato de la mirada que tenía su amiga. Quien no podía sonreír pues la pena que la invadía era mucha.

Mejor que se lo diga después se dijo Caro. Esta se sentó en el pasto y se dedico a mirar las nubes.
Al notar como su amiga se seguía riendo le pego una suave patada en el costado de su torso.

-¡Si no te callas, nos encontraran, tonta!- susurro en tono desesperado. Tenía razón, pero la risa de su amiga era muy contagiosa como para aguantarse.

Así siguieron hasta la penúltima hora, en la cual decidieron aparecer. Con la excusa de una fiebre momentánea por parte de Catalina. Quien era una pésima actriz y tenia que bajar la mirada para no ser descubierta mientras su amiga hablaba de cómo habían llegado a la enfermería.

Cada una siguió por su parte sus estudios. Caro tenia muy decidido irse por la rama de ciencia. Por lo que no tenía todas las clases con su mejor amiga, quien era humanista en todos sus sentidos. Esta tenía una imaginación envidiable y una mano para el dibujo excelente.

Mientras Cata estaba en artes para la última hora, Caro estaba en matemáticas avanzadas. Materia de la cual se arrepintió después de la semana de clases. Por que según ella que sus neuronas terminaban “fundidas” después de cada clase que tenia con Profesor Jorge Montero. Quien tiene una fama de exigente y malhumorado, pero que conseguía tener a los mejores alumnos. Por lo cual Caro se sentía orgullosa de estar en su clase.

-Perdón por lo de la pelota…- un chico se acerco a Cata mientras esta dibuja algo, fuese lo que fuese que saliera de su cabeza, siempre tenia un toque mágico.- No quería que te llegara -este le mostraba una sonrisa, que al juicio de la ojiverde, era verdadera. Se sentó al lado de la chica que ahora prestaba su total atención al chico rubio. Quedo boquiabierta al ver unos ojos tan hermosos. No eran azules, eran celestes… eren simplemente perfectos.- Espero que el incidente no impida que podamos ser amigos- la sonrisa era tal, que hasta cerraba los ojos.

Los alumnos de las clases humanistas siempre variaban y por lo mismo nunca prestaba mucha atención a quienes tenia de compañeros. Eso no significaba que los tratara mal, al contrario, siempre les sonreía y les ayudaba en lo que necesitasen.

-Bue… no…y-yo –se sintió tonta al quedarse mirándolo. Sacudió su cabeza levemente en un intento de despejar su mente. Y con un rosa pálido en sus mejillas le sonrió de igual manera- No te preocupes y muchas gracias…-la chica abrió los ojos al percatarse de que no le conocía. No tenía ni la más mínima idea de quien era aquel chico.

-Ignacio Vicuña- le extendió la mano con una sonrisa calida. La cual provoco que el rosado en las mejillas de la castaña fuese remplazado por un rojo. Ella extendió su mano para alcanzar la de este.

-Catalina Carre…- pero no pudo terminar por la sorpresa. Cuando Ignacio tubo al alcanza la mano de la ojiverde, la acerco y le besó el dorso de la mano. Ahora la cara de la castaña estaba teñida en una rojo intenso a causa de la vergüenza que sentía.

Abrió la boca en un intento de decir palabra alguna, las cuales nunca salieron. El chico al verla tan contrariada se limito a sonreír. Cosa que le dio algo de confianza a Cata- Catalina Carreño – repitió sin vacilación.

-Un gusto, Cata– le sonrió, obviamente era todo un galán. –Seguiré con mi trabajo.- y este se alejo hasta llegar a un puesto justo al lado de la ventana. Ahora que se ponía a pensar, ella ya lo había visto. Pero rodeado de amigos. Nunca estaba totalmente solo, o no por lo menos en las horas de artes, que eran las horas en las que recordaba haberlo visto.

Debe ser así con todas se dijo con una risita, quitándole importancia al asunto y volviendo a su trabajo. El cual ahora tomaba un rumbo totalmente distinto al original. La inspiración había llegado a su mente y todo gracias a unos profundos ojos celestes.




Mientras guardaba sus cosas para volver a casa solo podía pensar en como le diría a su amiga la difícil decisión. Ella estuvo de acuerdo con sus padres solo para no causar problemas. Pero la decisión ya estaba tomada. Ella tendría que mudarse después de las vacaciones. O tal vez antes.

Lo que mas la acomplejaba era el hecho de tener que decirle a Cata la verdad. Se sentía mal por no haber sido capaz de contarle la verdadera razón de su situación. No quería que esta se sintiera mal.
Ella sabía que Cata estaría bien. Después de todo es fuerte y también tiene amigos. Pero sentía que la estaba traicionando al tener que irse. Cata la defendió en su minuto, cuando aquellas insensibles personas que la molestaban se habían pasado de la raya. Eso hizo que estas dos chicas se hicieran amigas y verlas ahora… son inseparables.
Algo le decía a Caro que la necesitaría, que le haría falta a su amiga. Simplemente tenía un mal presentimiento. Algo le decía que no podía irse ahora…

Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por una muchacha de pelo rojizo. Valentina Reyes. La chica llego de manera entusiasta a Caro. La cual le fulmino con la mirada. Claro estaba, por su mal humor, que venia saliendo de la clase de Matemática Avanzada. Y eso significaba: Neuronas Fundidas.

-¡Pero que mal humor!- fingió enojo. Pero obviamente esta se reía de la que ahora cerraba su mochila para pararse y fulminar nuevamente con la mirada a la pelirroja.- Te digo que esas clases te hacen mal… - le guiño el ojo mientras la apuntaba con el dedo, en forma de reproche.- Deberías cambiarte a mi clase, así al menos estriamos juntas.

Esta chica, que ahora le causaba una migraña a la morena, era una mas del grupo de amigas. Alguien de confianza y entusiasta. Demasiado entusiasta, según Caro.

-¡Que no vez que me va a explotar la cabeza si sigue gritando así! – grito Caro con las manos en la cabeza. Esta le palpitaba. No podía sacar de su cabeza el problema, que lamentablemente no podía hablar con ninguna de sus amigas. Además de los muchos números que parecían bailar dentro de su cabeza… empezaba a odiar aquella materia.

Pero las palabras de Valentina no pudieron salir, al verse interrumpida por una ojiverde.

-Pero si ustedes son imposibles… -dijo con una sonrisa de oreja a oreja. – Definitivamente nunca podrán cambiar.

-¡Nunca!- la voz chillona de Vale retumbo en cada parte de la cabeza de Caro. La cual se estremeció de dolor. Y sin poder aguantar mas, soltó un grito de desesperación y dio media vuelta para retomar su camino a casa.

-¡Cállate!

Ambas chicas miraron algo preocupas a su amiga, la cual se dirigía a paso firme hacia la salida. Vale se puso en marcha para alcanzar a la estresada morena. Pero Cata le agarró la mano.

-Mejor deja que se desahogue sola…- le dijo la castaña, mientras le sonreía para infundir confianza.

-Pero…- pensó en alguna excusa, pero realmente solo quería molestar a la chica que acababa de salir de la sala. La quería mucho, pero no iba a negar que una de las cosas mas graciosas del mundo era molestarla cuando estaba estresada.- Tal vez se enojo…deberíamos ir a ver si esta bien…

-Esta mal… no se por que.

-¿Tu crees? – Vale no se había percatado de nada extraño en el actuar de Caro.

-Algo le pasa, pero no quiero presionarla a que me lo diga…- Cata se apoyo contra la pared, esperando a que la pelirroja terminara de guardar algunas cosas. No quería meterse en la vida de su amiga, por que alguna razón tendría para no contarle. Se quedo mirando la puerta por la cual Caro había salido. Cuestionándose si debía preguntarle o no que era lo que estaba pasando. No quiero presionarla… se dijo Mejor espero a que ella quiera contármelo.

-¿Y que hay con tigo? – pregunto de repente Vale. La ojiverde no entendía a que venia la pregunta. Y menos sabia que responder, puesto que ahora que lo pensaba, ni ella lo sabía.

Vale al ver la cara de su amiga explico su pregunta.

-Pues, has estado muy rara últimamente. Te veo demasiado cansada…

-Te referías a eso…- rió algo nerviosa.- No duermo muy bien en todo caso – dijo como si estuviera pensando en voz alta. – Pero nada raro además de eso. ¿Por que?

-Por nada importante, solo tema de conversación…- pero no estaba segura en verdad, el si era solo eso. Veía mal a su amiga. Decaída, mucho, mas de lo normal. Y eso la preocupaba.

-Vamos, que se nos hace tarde. – Dijo Cata mientras salía de la sala. La pelirroja salio corriendo detrás de esta.- ¿Cómo van las cosas en tu casa?- la ojiverde pregunto con tono ausente, intentando quitarle importancia al tema. Pero era algo muy delicado.
Vale nunca mostraba sus pesares y menos hablaba sobre su familia. Todo era muy delicado. Los ojos de la pelirroja se opacaron al pensar en su familia. Para ella vivir bajo ese techo era algo terrible. Si no fuera por sus dos amigas no sabía que estaría haciendo ahora… o si estaría en el colegio.

Siempre fue una chica “problema”, como la definían algunos profesores. Pero con algo de tiempo pudo salir adelante. Gracias al apoyo y sinceridad de Cata y Caro, que nunca la dejaron. Pero aun así todo era difícil en casa.

-Bueno… mama esta bien…- dijo pensando.- Papa no ha aparecido en algún tiempo.- miro de reojo a Cata por el miedo de ver la reacción de esta. Como ninguna de las dos no decía nada, Vale se sintió en la obligación de seguir hablando. – Un mes y medio.- no reflejaba sentimiento alguno, solo fijaba su miraba en algún punto del cielo. Mirando sin mirar.

Cata quería saber más, pero no quería agobiarla con preguntas. Se lamentaba no ser de ayuda para la pelirroja en ese minuto.

-Tu sabes… si quieres puedes… quedarte en mi casa.- no seria la primera vez, pero aun así le costaba ofrecérselo. Conocía muy bien a Valentina y sabía lo orgullosa que esta podía llegar a ser. Pero su amiga solo se limito a reír.

-Gracias Catita – la abrazo del brazo.- Pero no están tan mal las cosas en mi casa…- Vale enmudeció por un momento…- como me gustaría tener un hermano.- después de decir aquello comenzó a reír.- ¿Pero que digo? ¡Si las tengo a ustedes dos!

Aquello alegro a la castaña y le devolvió el abrazo.

-Como siempre- susurro para si la pelirroja. El saber que aquellas chicas estaban con ella la incitaba a salir adelante y no ahogarse en sus problemas. Después de todo… no todo es en blanco y negro.

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Fin capitulo 1


Espero lo hayan disfrutado! El siguiente capitulo ya esta listo... pero esperare un rato y pondre de mis otras historias antes :D
Muchos bss

Prologo

Esta historia es cien por ciento mia :) espero les guste!


Prologo


Ya no era la misma chica de antes, nada era igual. Hace meses que todo había cambiado para ella. Todo en realidad. Su vida, su mundo, todo se vino abajo. Se sentía atrapada, como si no pudiera hacer nada. Solo los recuerdos de su pasado llenaban su mente, cosas que ya no podría revivir ni apreciar. Ella siempre disfruto de cosas tan simples, que a la vez le producían tal felicidad que nunca pudo explicar.

Ahora sentía como todas aquellas cosas se reprimían, junto con sus sueños y su futuro.

Se encontraba acurrucada contra el borde de su cama. La poca luz de la luna que lograba filtrarse a través de la ventana abierta no alcanzaba el lugar donde la chica se encontraba. Sumida en la oscuridad de su pieza se abrazaba las rodillas, mientras que las perladas lágrimas caían sin cesar por sus mejillas.

Cada segundo que pasaba se sentía mas hundida en su miseria. Como si esta se la tragara por completo, haciendo que se sintiera mas perdida todavía.

En su cabeza, que era un completo desastre, no había cabida para todo aquello que le estaba pasando, todo lo que perdía. Ahora ella poseía algo que nunca hubiese querido poseer, algo que la destruía desde adentro. Pero lo que más la atormentaba era el hecho de saber que este no seria el final. Sino el comienzo de algo peor, de un dolor muy grande. El desafió más grande por el que podría pasar y quizás… el último.

Después de tantas lagrimas derramadas, de tanta frustración e impotencia, cayo presa de sus sueños. Escapando momentáneamente de la realidad que la atormentaba. El por que a ella… ¿por que? ¿Por qué esta enfermedad la escogió a ella? Sin poder encontrar respuesta alguna a sus interrogantes, mas que los recuerdos de los últimos meses